lunes, mayo 20, 2024

¿Por qué nos está costando tanto la cuarentena?

Entender las sensaciones que nos provoca el encierro ayuda a replantearnos actitudes. Qué hacer para despejar la neblina.

Se viven tiempos difíciles, donde nos toca superar el pánico y la paranoia. En un abrir y cerrar de ojos, nos convertimos en hipocondríacos y claustrofóbicos. La vida activa que teníamos choca de repente con la quietud. Por decreto, nos piden que nos “guardemos”, para cuidarnos y cuidar al otro. Pero el aislamiento social nos cuesta. ¿Por qué?

Algunos motivos 

-No sabemos estar solos. No podemos apretar el freno de mano porque veníamos muy de prisa. Sólo teníamos tiempo para cumplir con las exigencias diarias: el trabajo, la escuela, el hogar. Y no estábamos acostumbrados a tener tiempo para encontrarnos a nosotros mismos, en nuestro espacio, con nuestra familia.

-Nos creemos invencibles. Y esa postura omnipotente nos lleva a creer que el coronavirus nos pasará de lejos, sin tener conciencia de que para frenar la expansión de la enfermedad, nuestra actitud individual y solidaria de quedarnos en casa es fundamental.

-Nos aburrimos fácilmente. Necesitamos estar siempre en actividad. Pareciera que eso nos hace sentir vivos. Pero adentro de la casa también podemos estar en movimiento. Quizás es tiempo de retomar tareas del hogar postergadas: ordenar el armario, limpiar estanterías o realizar actividades placenteras como leer un libro o hacer ejercicio.

-Tenemos reticencia al cambio. Nos cuesta adaptarnos a la nueva rutina: trabajar desde casa, ir con cuidado al supermercado, evitar los abrazos y los besos.

-Vivimos en una cultura individualista. En una atmósfera egoísta, puede pensarse: “Si el virus no me afecta, nada me impide salir de casa”. Pero justamente es al revés: si apostamos a la responsabilidad social y cumplimos con la cuarentena, estamos protegiendo a nuestra familia y actuando en favor del conjunto.

-Necesitamos al otro. Pareciera que la palabra “aislamiento” se traduce en nuestra psiquis como la pérdida de contacto con nuestros seres queridos. Sin embargo, no tener contacto físico no significa distanciamiento emocional. Aprovechemos las grandes tecnologías para continuar conectados. La contención a la distancia también es muy beneficiosa en estos momentos.

Entender algunos de estos puntos nos ayudará a replantear nuestras acciones. Tanta incertidumbre pareciera que nos aumenta la ansiedad y nos nubla, pero esta emergencia sanitaria es también una oportunidad. Es el momento para poner en práctica la empatía, y ponernos a prueba a nosotros mismos.

Aportemos nuestro granito de arena, quedémonos en casa.

(*) Por Eliana Álvarez, Lic. en Psicología, M.N 68.245.

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