jueves, abril 25, 2024

Los misterios del cerebro humano salen a la luz

Hace pocos años un equipo de científicos del Centro de Genética de Circuitos Neuronales Riken-IMT, en Estados Unidos, logro implantar recuerdos falsos en ratones.

 

En 2013, los expertos implantaron fibras ópticas en el cerebro de ratones genéticamente modificados para poder enviarle impulsos de luz. Esta técnica conocida bajo el nombre de optogenética, le permite a cada neurona responder al estímulo de la luz. Armados con estos recuerdos falsos, los ratones comenzaron a asociar un ambiente benigno con experiencias desagradables anteriores vinculadas a otros ambientes.

 

Si se trata de analizar el cerebro, los ratones son animales cercanos al ser humano: aunque su cerebro sea mucho más simple, su estructura y circuito básico es muy similar al del cerebrohumano. Estudiar las neuronas del cerebro de un ratón puede ayudar a los científicos a entender cómo funcionan estructuras similares en nuestro cerebro.

 

Xu Liu, autor principal del estudio, que falleció tiempo después de realizarlo a los 37 años, dijo, cuando lo entrevistaron, que cuando los ratones tenían un recuerdo falso, éste no se distinguía en nada de un recuerdo genuino.

 

“Esperamos que nuestro trabajo pueda sentar las bases de posibles tratamientos futuros para la enfermedad relacionada con la memoria”, como Alzheimer o trastorno de estrés postraumático (TEPT).

 

Los sentimientos de “bueno” o “malo”, o la valoración emocional, vinculados a lugares y eventos, permiten a los animales evitar los peligros, los llamados comportamientos aversivos, y buscar beneficios, los comportamientos apetitivos. Pero la valoración emocional no es rígida. Las circunstancias cambian y los lugares que un animal alguna vez vió como seguros o cálidos, pueden volverse aterradores, desagradables o molestos.

 

Susumu Tonegawa, profesor de biología y neurociencia, junto con sus colegas utilizaron la técnica optogenética, que con una proteína activada por la luz, solo marcara las neuronas que se activan durante la formación de una nueva memoria específica. Las células asociadas a la memoria inducibles por la luz se pueden reactivar con láseres “a voluntad”, explicó Roger Redondo, otro de los autores principales del nuevo estudio. El equipo utilizó la técnica para etiquetar las neuronas en la amígdala o el hipocampo que se activaron a medida que los ratones machos aprendían a temer un lugar en particular, donde recibían descargas eléctricas.

 

Luego, alojaron a cada ratón macho condicionado por el miedo con ratones hembra. Les ofrecieron una experiencia placentera, mientras reactivaban sus neuronas inducibles por la luz en el hipocampo o la amígdala. Cuando los ratones reactivados en la amígdala fueron devueltos al lugar que habían aprendido a temer, los animales se congelaron en aparente anticipación de una descarga eléctrica, lo que indica que aún recordaban que el lugar era peligroso.

 

Pero, cuando los ratones reactivados en el hipocampo fueron devueltos ya no tenían miedo, sus recuerdos del lugar se habían vuelto agradables gracias a que las neuronas se habían reactivado en presencia de ratones hembras. También realizaron el experimento inverso, nuevamente, los ratones en los que se habían reactivado las neuronas de la amígdala permanecieron felices en la ubicación original, mientras que los ratones en los que se habían reactivado las neuronas del hipocampo se volvieron temerosos.

 

“El mensaje para llevar a casa es que dentro del hipocampo hay una representación que se puede cambiar de manera flexible para que tenga un significado de beneficio o aversivo, pero dentro de la amígdala parece haber circuitos beneficiosos o aversivos que no pueden cambiar su significado tan fácilmente”, dijo Daniel Salzman, profesor de neurociencia y psiquiatría en la Universidad de Columbia en Nueva York que no participó en el trabajo.

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