viernes, abril 26, 2024

Los hitos económicos que marcaron el 2019

Si los argentinos pensábamos que después de un 2018 tan complejo en materia económica se venía un 2019 de repunte, nos equivocamos. Y por mucho. Durante el año que finaliza hoy empeoraron todos los indicadores económicos y sociales, con excepción de dos: mejoró, por las malas, la balanza comercial y se achicó fuertemente el déficit fiscal primario.

Aquí, una síntesis del año económico que se va.

La inflación de enero: el primer golpe del año

Luego de varios meses en los que el aumento de precios se había tornado una pesadilla, el Gobierno se empezaba a entusiasmar con haber domado el problema. El tipo de cambio parecía medianamente controlado con el sistema de “Zona de No Intervención”, diseñado por el Banco Central, la recesión parecía tener a raya los valores de los productos y servicios. “Inflación: octubre 5,4%, noviembre 3,2%, diciembre 2,6%. Es por acá”, tuiteaba, agrandado, el senador macrista Federico Pinedo. Horas antes de que el Indec diera a conocer el Índice de Precios al Consumidor de enero, el presidente Mauricio Macri declaraba: “La inflación está bajando”.

Y esa misma tarde el entonces oficialismo recibió un cachetazo: El IPC del primer mes del año arrojó un 2,9%, lo que no solo significaba un rebote sino una reversión a la tendencia decreciente de los últimos meses: la inflación estaba lejos de ser domada.

Fin de las Zonas de Intervención

Con la llegada de Guido Sandleris al Banco Central (el 25 de septiembre de 2018) se había establecido un esquema de bandas dentro del cual el dólar podía flotar. Si las perforaba por debajo la autoridad monetaria podía comprar dólares y si se rompía el techo podía vender. Durante un tiempo ese sistema, junto a la meta de crecimiento cero para la base monetaria, pareció funcionar. Pero, a fines de abril, el BCRA consideró que necesitaba desatarse las manos para poder intervenir con mayor presencia en el mercado de cambios y decretó el virtual fin de las Zonas de Intervención, ya que, si bien seguían existiendo, dejaron de impedirle comprar y vender divisa.

Los coletazos post PASO

Y un buen día llegaron las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. Tanto Cambiemos como el Gobierno sabían que el Frente de Todos iba a obtener más votos en las primarias, pero confiaban en una diferencia posible de revertir. De hecho, la rueda bursátil del viernes 9 de agosto mostró un fuerte optimismo comprador en el Merval, debido a que muchos jugadores “compraron” una encuesta que hablaba de empate técnico. Nada más lejos de la realidad. El 11 de agosto la fórmula Fernández – Fernández hirió de muerte al Gobierno, al sacarle una ventaja de 16 puntos. Nadie lo decía, pero todos sabían que el 10 de diciembre iba a cambiar el color político de la Rosada. Y esto se reflejó el lunes 12 de agosto en el mercado de cambios: el dólar pasó de valer $46,54 a $57,30 en tan solo un par de horas. El riesgo país se disparó y el Gobierno se vio obligado a tomar medidas para “defender” al consumidor: un ejemplo de ello fue el 0% de IVA a los alimentos.

Cambio de ministro y reperfilamiento

El Gobierno sintió que luego del golpe recibido en las primarias necesitaba oxígeno y hubo un cambio en Hacienda. Salió Nicolás Dujovne y entró el entonces ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Hernán Lacunza. A este último, muy afín a las metáforas náuticas, le tocó la tarea de dejar el barco en el puerto. Y ya en sus primeros días como ministro debió tomar una difícil decisión: postergar el pago de obligaciones.

El 28 agosto, luego de una rueda en que la licitación de Letras del Tesoro quedó desierta, porque nadie quería financiar a la Argentina, Lacunza anunció que el país iba a “reperfilar deuda pero sin quita”.

Cepo light y cepo hard

El 1° de septiembre, jornada dominguera que coincidía con el River – Boca de la Superliga, el Central anuncia una serie de medidas que restringían la compra de dólares. En ese momento el límite se colocó en 10 mil verdes. Además, se anunció la obligatoriedad de liquidar divisas a los exportadores. Pero luego llegaron las elecciones del 27 de octubre, en las que Alberto Fernández finalmente derrotó a Macri, y se decidió un cepo potente: límite de 200 dólares a la compra de divisa. Las reservas del BCRA habían perdido 23 mil millones de dólares entre las PASO y las generales y se decidió blindar lo que quedaba.

Los controles de cambio, además, le dieron margen a la autoridad monetaria para poder emitir: luego de las elecciones se imprimieron unos 450 mil millones de pesos para asistir al Tesoro y sumar reservas.

Frente de Todos y Ley de Emergencia

Con la llegada de Alberto Fernández al poder desembarcó en el Palacio de Hacienda Martín Guzmán, un académico de prestigio en universidades de Argentina y Estados Unidos, pero sin experiencia en la gestión. Guzmán dedicó gran parte de su trayectoria profesional a analizar procesos de deuda, por lo que el éxito en las negociaciones con los acreedores privados y el Fondo Monetario Internacional será lo que marque a fuego su gestión. De la economía real va a ocuparse principalmente el (¿súper?) ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. El Banco Central quedó en manos de Miguel Pesce.

La primera decisión del tándem Fernández – Guzmán fue enviar al Congreso la Ley de Emergencia que, entre otros puntos, actualiza el valor de las retenciones a las exportaciones, otorga un respiro a pymes endeudadas con AFIP, le coloca un impuesto del 30% a la compra de dólares, congela la Ley de Movilidad Jubilatoria, le entrega un bono de 5000 pesos a los jubilados de la mínima, le da un margen 180 días al Gobierno para presentar un plan de pago de la deuda e incrementa bienes personales.

Este paquete de medidas pareció darle a los mercados una señal de que Argentina va a contar con la plata para pagar la deuda, al punto de que en las últimas semanas el riesgo país bajó y también el rendimiento de los bonos soberanos.

Resta ver qué va a suceder con los jubilados: todo pareciera indicar que el plan del Gobierno pasa por achatar la pirámide, achicando la diferencia entre los que más ganan y los que menos ganan.

El resumen

Hasta el más ferviente militante de Cambiemos es consciente de que las cosas están peor que en 2015. Sin embargo, existen algunas cuestiones que permiten tener lugar a una ilusión. El Gobierno logró achicar el déficit fiscal primario a casi un 0,5% del PBI -según Lacunza habían recibido un 5,7% de déficit inercial-. Además, Argentina terminará el año con un importante superávit comercial, producto de la caída de las importaciones. Si bien el ajuste se hizo por las malas, existe la posibilidad de ir hacia un superávit gemelo, como el que ponderaba Néstor Kirchner durante su Presidencia.

Lo que va a costar es llevar la inflación a un dígito: cuando aún faltan conocer los números de diciembre, ya se sabe que el incremento generalizado de precios será el más alto desde 1991.

El tipo de cambio es una de las variables que más golpeó al macrismo en 2018 y eso se repitió en 2019. El dólar arrancó el año con una cotización de $38,85 y hoy cuesta… En fin, es difícil saber el valor: está el dólar bolsa, el dólar blue, el contado con liqui, entre otros. Lo cierto es que quien quiere comprar billetes estadounidenses por homebanking debe abonar el 30% de impuesto solidario y la divisa le termina costando unos $81,88.

La principal deuda de cara a 2020 es mejorar los indicadores sociales: con un desempleo superior al 10%, un salario real que cayó alrededor de 20% en estos años y una pobreza que se coloca entre 35% y 40%, dependiendo de quién la mida, la reactivación económica parece clave para el despegue. Recientemente un economista cercano al kirchnerismo le reconoció: “Está difícil, pero nos limpiaron las principales variables. El déficit está bajo, el dólar competitivo. Se puede crecer el año que viene”.

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