jueves, marzo 28, 2024

Las áreas quemadas del Amazonas podrían tardar siglos en recuperarse por completo

La Amazonía brasileña continúa ardiendo. Mientras los líderes internacionales hacen un llamado a la acción y los militares brasileños hacen lo posible por combatir las llamas, los investigadores han comenzado a advertir que los incendios imparables podrían provocar una transformación masiva en la región.

El proceso podría convertir selvas húmedas en páramos secos, matar árboles antiguos y hacerlos más vulnerables ante futuros incendios.

Todavía no está claro cuánto daño causarán los incendios recientes, la mayoría de los cuales se han relacionado con un aumento en la deforestación de tala y quema. Sin embargo, décadas de investigación proporcionan una imagen de lo que podría suceder: cuando arde el Amazonas, las consecuencias son a menudo devastadoras debido a que el ecosistema evolucionó durante millones de años sin fuego.  «Los árboles amazónicos simplemente carecen de las adaptaciones necesarias para sobrevivir al calor», dice Ane Alencar, geógrafa del Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas en Brasilia.

Estudios anteriores realizados cerca de la ciudad de Manaus, en el corazón del Amazonas, han demostrado que cuando algunas áreas se cortan pero no se queman, comienzan a aparecer árboles de crecimiento rápido con grandes hojas que se ramifican como un candelabro, proporcionando sombra y aire fresco. Con el tiempo, algunas de las plantas que originalmente ocuparon la tierra pueden volver a crecer a partir de brotes o semillas supervivientes enterrados en el suelo o traídos por pájaros y otros animales visitantes.

El ambiente resultante es oscuro y húmedo. «Se ve y se siente más como un bosque», dice Emilio Bruna, biólogo tropical y director del Instituto de Enlace Florida-Brasil de la Universidad de Florida.

Los bosques quemados no se recuperan tan fácilmente. Años después de que un incendio arde en el Amazonas, la exuberante vegetación a menudo se reemplaza con un denso parche de árboles escuálidos que ocupan la mayor parte del espacio. Las llamas también pueden matar las semillas de otras especies, y los científicos han observado que muchas aves tienden a mantenerse alejadas. «Entras en un área quemada y notas que es más brillante, hace más calor y se siente más seco», dice Jos Barlow, un ecologista de la Universidad de Lancaster en Lancashire, Inglaterra. Barlow comenzó a trabajar en la Amazonía brasileña en 1998, cuando el humo y las llamas de los incendios forestales cerraron aeropuertos, aumentaron las hospitalizaciones, causaron apagones y le costaron al país cerca de USD 5 mil millones en daños.

A principios de este año, un equipo internacional analizó 56 sitios repartidos en 10 países para estudiar cómo estos bosques tropicales, tanto quemados como no quemados, vuelven a crecer con el tiempo. Los resultados del estudio sugieren que pueden recuperar alrededor del 80 por ciento de las especies arbóreas que perdieron en 20 años. «La cuestión es que [50] años después todavía no tienes un bosque amazónico regenerado», explica Bruna. Aunque después de medio siglo, el número de especies de árboles es el mismo que antes, concluye el estudio, los siglos tendrán que pasar hasta que la abundancia de esas especies vuelva a la normalidad.

Incluso más allá del rebrote, los efectos de los incendios pueden ser duraderos.

En los años posteriores a un incendio en el Amazonas los árboles más grandes, algunos de los cuales pueden tener 1,000 años, comienzan a morir. Las causas son variadas, según Barlow. Algunas de las raíces y troncos que normalmente sostienen los árboles podrían haberse dañado, haciéndolos más vulnerables. Las llamas también pueden exponerlos a enfermedades, permitiendo que los patógenos y las termitas entren.

En 2018, por ejemplo, un grupo de científicos brasileños descubrió que los bosques que alguna vez se quemaron en el Amazonas contienen un 25 por ciento menos de carbono que aquellos que no se incendiaron, incluso después de 31 años de regeneración.

Los incendios récord en el Amazonas han causado gran preocupación entre la comunidad científica de Brasil. «Tengo mucho miedo de que volvamos a los 90. Fueron años muy difíciles «, dice Alencar, quien presenció las consecuencias de los incendios en aquella época. «Brasil perdió mucho durante ese período».

En última instancia, lo que suceda a continuación depende de las reacciones del gobierno brasileño.

Entre 2005 y 2012, la deforestación y los incendios forestales en Brasil disminuyeron significativamente. El país también amplió sus áreas protegidas y promovió campañas a nivel nacional para educar a las personas sobre cómo prevenir incendios accidentales.

Hasta la fecha, alrededor del 80 por ciento de la Amazonía brasileña sigue en pie. Las áreas que han sido incendiadas en los últimos meses sufrirán cambios, pero lo más drástico aún puede evitarse.

Afortunadamente, el pasado muestra que esto es posible con una mayor educación y protección. Estas medidas no necesitan «ser de alta tecnología o particularmente difíciles», dice Barlow. «Solo requieren voluntad».

Fuente: Infobae

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