El humillante 8-2 de Bayern Munich en los cuartos de final de la UEFA Champions League provocó un terremoto pocas veces visto en Barcelona. Fue un impacto de tal magnitud que hasta podría ponerle fin al ciclo más exitoso de todos los tiempos de un futbolista en un club: el de Lionel Messi. Allí desmienten que quiera irse, pero cuando el río suena… ¿Y a dónde se iría? ¿Y por qué? Muchos caminos se abrirían, pero uno solo verdaderamente de rosas.
Claro que si la Pulga sale al mercado, ofertas con muchos ceros no le van a faltar de ninguna parte. Pero, como siempre priorizó lo deportivo, Manchester City parece tener las de ganar: juega una Premier League competitiva a más no poder, tiene una infraestructura de ensueño (la vivió en carne propia con Argentina), un presupuesto y un plantel acorde a sus exigencias, un desafío mayúsculo como lo es conquistar Europa de una vez por todas y dos factores humanos determinantes: Pep Guardiola y Sergio Agüero.
No hay dudas de que el entrenador catalán fue quien mejor lo exprimió. Rindió al máximo, lo rodeó como un verdadero mejor jugador del mundo merece, lo potenció desde lo táctico y supo guiarlo fuera de la cancha. Después de la magnífica era blaugrana (2008-2012), ni Messi pudo encontrar otro Guardiola ni Guardiola pudo encontrar otro Messi, por más chequera que haya disponible y con fondos casi ilimitados.
“No veo a Leo en otro sitio que no sea el Barcelona”, dijo el propio DT en julio y cada vez que le preguntaron sobre un posible pase. Una declaración políticamente correcta, pero que podría variar a raíz el hartazgo del futbolista por la falta de resultados y -sobre todo- de laderos fuertes con quienes dar pelea. La última no fue la mejor temporada del equipo inglés, es cierto, pero la estructura está.
En la misma vereda está su amigo el Kun, ese compañero inseparable de concentración desde sus primeros días en la Selección Argentina que ahora lo llama mientras se transmite a sí mismo con los jueguitos. A Agüero, ídolo y héroe de la era moderna del City y sus petrodólares, le queda un sueño por cumplir allí: la Champions. Y para llegar a ello le vendría como anillo al dedo tener a Messi como socio de ataque, encima bajo la batuta de Pep.
Claro que todo esto implica una decisión de vida gigante para los Messi, que ya no son Jorge y Leo como cuando tomaron el primer avión a Barcelona para que se forme en La Masía, sino también Antonela, Thiago, Mateo y Ciro, con una vida armada de principio a fin en territorio español. Con esto último, quizá, como mayor punto a tener en cuenta, parece difícil imaginarlo con otra camiseta, pero la catástrofe futbolística fue tan grande como para llegar a convertirlo en realidad. Y no querrá que sus últimos años de plenitud en una cancha sean de penurias.
(Fuente: TyC Sports)