Si bien el Día Internacional del Bombero es el 2 de junio, el 4 de mayo está destinado a reconocer el valor y trabajo de los bomberos forestales que arriesgan su vida en pos de extinguir grandes extensiones de fuego.
En diciembre de 1998, cinco hombres perdieron la vida intentando apagar un incendio producido en un bosque en la zona de Linton, Canadá.
Ese hecho, sumado a otros incidentes trágicos ocurridos durante la lucha contra los incendios forestales en todo el mundo, fue el punto de partida para el inicio de un movimiento que, paulatinamente, se ha ido extendiendo por diversos países.
En primer término la “Country Fire Authority” (C.F.A.) y la Comunidad de Victoria adoptaron el uso de una cinta roja como símbolo de reconocimiento y respeto hacia los combatientes forestales muertos y hacia sus familias.
La leyenda cuenta que un niño de nombre Florián, salvó la vida de sus padres cuando por causas desconocidas se incendió un montón de heno situado junto a la casa de madera donde vivían. El niño de tan solo 10 años, tomó un balde que llenó de agua y comenzó a apagar el fuego que se extendía rápidamente por toda la casa.
En Argentina, las brigadas forestales realizan actividades preventivas y de planificación: relevamientos, monitoreo, reducción del combustible forestal, programas de prevención que incluyen charlas en escuelas, información para visitantes, folletería y cartelería, etc.; caracterización de los combustibles forestales y determinación de los índices de peligro según condiciones climáticas.
Actualmente, los fenómenos climáticos, las quemas ilícitas en campos agrícolas y el descuido por parte de visitantes y ciudadanos son las principales causas de los incendios forestales.
El año pasado en nuestro país los incendios forestales afectaron a territorios pertenecientes a las provincias de Catamarca, Chaco, Córdoba, Corrientes, La Rioja, Formosa, Jujuy, Salta, San Luis, Tucumán, Santa Fe y Entre Ríos, y los parques nacionales Calilegua y Copo.
Para el mes de octubre, se habían quemado 430.000 hectáreas. Y los focos se extendieron a Jujuy, San Luis, Córdoba, Corrientes y La Rioja. En total, se estima que se quemaron aproximadamente 900.000 hectáreas en 22 provincias.