jueves, marzo 28, 2024

Estrategias para evitar las noticias falsas en redes sociales y medios

Una encuesta reveló que el público comenzó a defenderse por sus propios medios contra las fake news. Periodismo con una historia de calidad y contactos depurados en las redes se destacan entre las claves.

En general se cree que las noticias falsas llegan a una persona en, por ejemplo, alguna de sus cuentas en redes sociales, y ese individuo acepta el contenido sin más. De hecho, así fue durante algún tiempo. Sin embargo, un nuevo estudio sobre consumos de información y tecnología, y sus vínculos, matizó esa conclusión: tras comprender los efectos de las fake news, la gente parece estar generando estrategias defensivas y compensatorias.

Las noticias falsas no estaban originalmente en el centro de la investigación que realizaron María Celeste Wagner, de la Universidad de Pennsylvania, y Pablo Boczkowksi, de Northwestern. Sin embargo, el tema surgió sin excepción en las 71 entrevistas de la encuesta que realizaron: «Cuando se les preguntó por su experiencia más reciente en consumo de noticias, todos los participantes se refirieron, de una manera u otra, a las noticias falsas o a cuestiones de credibilidad y sesgo en los medios».

El trabajo final se orientó a saber cómo interpretan, y cómo sobrellevan, el cambiante paisaje informativo, «que se percibe lleno de desinformación y noticias falsas», destacó el texto.

En Chicago, Filadelfia y Miami, donde encuestaron a personas de 18 a 80 años entre enero y octubre de 2017 —es decir, los primeros 10 meses del gobierno de Donald Trump— la manera en que la gente percibe el ecosistema informativo en general mostró tres fuertes características coincidentes: «Una perspectiva negativa de la calidad actual del periodismo; una particular desconfianza de la circulación de noticias en las redes sociales y preocupación por los efectos de estas tendencias sobre todo en los hábitos de información de los demás».

¿Qué hacer en esa atmósfera confusa, donde se tiene el temor de no poder distinguir la información necesaria para tomar decisiones cotidianas, desde la vacunación de los hijos hasta decidir si Gran Bretaña queda o no en la Unión Europa, desde la valoración del derecho a la igualdad de las mujeres hasta la utilidad de reciclar si China ya no compra los desechos de Occidente?

¿Qué es creíble hoy en día?

«La verdad, me asusta. Ahora comencé a prestar atención a ver de dónde viene la noticia», intentó, por ejemplo, una entrevistada de 44 años. Y un varón de 33 años presentó la pregunta con que las personas comienzan su búsqueda de certezas: «¿Qué es creíble hoy en día?».

Algunos prefieren los medios tradicionales, los que tienen una historia de muchos años de hacer periodismo según los criterios que separan información de opinión. Otros directamente rechazan los medios que ven como muy orientados a perspectivas parciales.

Otros buscan, si algo les interesa, en diferentes medios: comprueban así que la información existe más allá de su circuito. Otros verifican la misma noticia en medios de ideologías distintas: si los datos básicos son los mismos, entonces creen en ellos, y descartan la valoración. Otros hacen búsquedas en internet.

Otros tienen una suerte de lista de editores personales en sus contactos en redes sociales. Es decir que no descartaban por completo a esas plataformas para informarse, pero sólo leían allí noticias si provenían de «contactos personales percibidos como peritos de la calidad informativa», detallaron Wagner y Boczkowksi.

El estudio de las noticias falsas y la desinformación no es nuevo, pero se multiplicó en los últimos años, «sobre todo desde las secuelas de las elecciones presidenciales de 2016″ en los Estados Unidos. Antes decir «fake news» aludía a una variedad de cosas: desde sátiras hasta invenciones, de manipulación hasta publicidad. Ya no.

«Dentro del discurso periodístico, las noticias falsas se conciben como un fenómeno reciente que sucede sobre todo debido a la dinámica de las redes sociales», escribieron los expertos. Mientras que los sitios dedicados a la desinformación no tienen impacto en el temario de los medios principales, logran en cambio dejar una huella en Facebook y Twitter, ya que por su dinámica orientada a recomendar contenidos similares para retener al usuario, «en internet las noticias falsas se diseminan más rápido y con mayor alcance que las noticias reales».

También tienen «mayor efecto en la información política que otro tipo de contenidos». Las redes sociales estimulan la participación política de manera tal que «están asociadas a una mayor difusión de contenidos, incluida la desinformación».

FUENTE: INFOBAE

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