jueves, abril 25, 2024

El mal de amor existe y debería preocuparte

Tenemos un problema con el amor, y lo sabemos. Buscamos toda la vida el amor perfecto y, a menudo, tenemos que conformarnos con un divorcio. Con un precio muy alto para nuestra salud mental hasta límites insospechables. Empecemos con preguntarnos si existe el amor “perfecto”. El psicólogo americano Robert J. Stemberg lo ha definido “amor con más probabilidades de éxito” y es la suma – o mejor dicho, la “interelación” – entre sexo, intimidad y compromiso. Si una falla, el amor falla y sufrimos.

Esta es la clave. Es muy común que el amor falle. “Es muy común que una relación no sea recíproca o deje de serlo en algún momento. Entonces nos ponemos tristes y esto puede conducir, en el mejor de los casos, a un problema psicológico. En su vertiente más siniestra está la violencia”, explica Frank Tallis psicólogo clínico que antes de dedicarse por completo a sus pacientes fue docente del Instituto de Psiquiatría y Neurociencia del King’s College de Londres. Acaba de publicarse para Ático de los libros El romántico incurable. Historias de locuras y deseo. Un manual de “casos patológicos” que nos hacen testigos de la intimidad de sus pacientes.

A la consulta de doctor Tallis han llegado pacientes por las razones más diversas: estrés, ansiedad, comportamientos compulsivos o adictivos. “En cuanto empezaba a rascar, siempre aparecía un problema relacionado con el amor”.

Para Tallis, la sociedad no considera el amor seriamente. “Las personas no consideran el sufrimiento por amor como un aspecto fundamental de su vida. Como algo que, si no funciona, hay que tratar porque es otro componente de nuestra salud y bienestar”.

Sin embargo no siempre fue así. Durante mil años el “mal de amor” era un diagnóstico común como el resfriado. En la edad media islámica era una patología como otras y en los manuales se prescribía una terapia parecida, de alguna manera, a las actuales. En el siglo XIX, con el desarrollo de la psiquiatría el mal de amor fue sustituido por otro diagnóstico: la depresión. Y para la depresión hay tratamientos farmacológicos.

Desde el diván de su consulta Tallis ha podido comprobar cómo las personas están menos dispuestas a enfrentarse a este asunto intelectual y psicológicamente. “En mis diez años de estudios médicos tuve tan solo un hora sobre el amor. En las escuelas se enseña educación sexual, la componente biológica de la reproducción, pero falta totalmente la educación afectiva”.

Perder la cabeza

Una de las razones por las que ha escrito El romántico incurable es para explicar que, a menudo, es difícil explicar lo que es normal y lo que no en el amor. “En el amor hay muchas aspectos patológicos. Cuando decimos que ‘hemos perdido la cabeza’ por alguien no estamos exagerando. En la base del amor está siempre un componente obsesivo, de locura. Es lo que se denomina “infatuación”. Con el tiempo se transforma en una forma de amor más completo”.

Sin embargo a veces la infatuación [del inglés infatuation, que significa pasión irracional], se convierte en obsesión y en paranoia de la infidelidad. “Los celos son un sentimiento muy natural: tener la posesión exclusiva del amado. Sin embargo a menudo en los hombres se transforma en violencia. Un 10% por de todos los homicidios tienen su motivación en los celos. “Es un desenlace espeluznante y peligroso”, dice Tallis.

Otra vertiente de un amor convertido en obsesión es el stalking: un interés continuo por alguien cuyo interés no es correspondido. Internet ha favorecido este comportamiento patológico porque hoy podemos buscar en Google y espiar en Facebook la vida de la otra persona y no es saludable.

Tallis apunta a las redes sociales como una de las principales amenazas para las relaciones. “Sobre todo en las mujeres más jóvenes ha aumentado la frecuencia de patologías derivadas de la continua comparación con otras chicas consideradas como modelo, provocando un sentimiento de inadecuación que a menudo desemboca en depresión”.

“Vivimos en una sociedad donde hay muchos prejuicios sobre el amor que nos impiden vivir en plenitud. Dicho de otra manera, nuestro mundo moderno y tecnológico es menos avanzado que la sabiduría de un doctor de la edad media islámica”.

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