viernes, abril 19, 2024

Ejemplos: una familia de San Martín de los Andes ya salvó a 1200 aves silvestres

Bandurrias, chimangos, teros, loros barranqueros y colibríes son algunas de las especies que pasaron por la enfermería instalada en el fondo de la casa familiar.

Una familia de San Martín de los Andes convirtió el jardín de su casa en una enfermería para aves silvestres por la que ya pasaron unos 1.200 ejemplares de cachañas, búhos, caburés, gorriones, cernícalos, colibríes, bandurrias, chimangos, teros, martines pescadores, garzas brujas, gallaretas y loros barranqueros.

“Muchos son turistas que desconocen la idiosincrasia de los animales como las bandurrias. En esta época los juveniles están con las mamás y como no reaccionan para salir volando, los automovilistas (sobre todo turistas) vienen rápido y las atropellan”, explicó María Cecilia Muros al sitio Río Negro.

El primer paso lo dio Milagros, de 19 años, cuando a los 11 encontró una bandurria que había sido atropellada y tenía un ala rota. La chica le pidió ayuda a su mamá para llevar al ave a la veterinaria, y así se produjo la feliz unión de fuerzas entre la familia y la médica Bárbara Bartolomé, que reside en Junín de los Andes.

“Cecilia es mi mano derecha como rescatista”, explicó la veterinaria especializada en fauna silvestre acerca de la labor en la enfermería de la familia Muros, que de hecho funciona gracias a las donaciones de los vecinos y al dinero que gana la madre con sus trabajos de jardinería.

El equipo de Milagros y María Cecilia se completa con Santiago, de 14 años, y Luis, el padre de los chicos. Además la familia recibe las donaciones de los vecinos para alimentar y medicar a las aves, y dependen de sus ojos atentos para enterarse de casos de aves que necesitan auxilio.

Con más de siete años de experiencia, la familia ya transformó su jardín en una enfermería con caniles y jaulas adecuadas donde las aves están protegidas hasta que completan su rehabilitación. El ideal es devolverlas a su medio en el mismo lugar donde fueron rescatadas.

“En la cría de pichones, sobre todo de aves rapaces, hay que tener en cuenta la impronta. Podés criar un búho y que se te pose en la mano, pero después no se podrá liberar porque va a buscar gente para que le dé de comer”, convino la veterinaria.

Otro caso tristemente irremontable es el de las aves que sufren fracturas en sus alas. Pero la mayoría de los “pacientes” y “entenados” de la enfermería Muros logra regresar a la naturaleza.

“Cuando las liberás es hermoso porque es como un trabajo terminado y misión cumplida, y por otro te da un poco de miedo de que les pueda pasar algo”, expresó María Cecilia.

De todos modos la familia apuesta por devolver las aves a su medio natural: “confiamos en la naturaleza que es sabia”.

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