lunes, mayo 20, 2024

Copa Sudamericana: San Lorenzo derrotó a Nacional de Uruguay por la ida de los octavos de final

El fútbol, ciencia inexacta, tiene cientos de condimentos. Suele decirse muchas veces que el dolor y el sufrimiento se convierten en el principal combustible para conseguir las victorias. La idea podría aplicarse a éste San Lorenzo que anoche le puso el cuerpo y el alma a un desafío clave para su presente y futuro. En el Nuevo Gasómetro venció 3-1 a Nacional, de Uruguay, en el partido de ida de los 8vos de final de la Copa Sudamericana. Sanar el orgullo herido y espantar los fantasmas era el objetivo. El Ciclón respira. El éxtasis -desconocido en las últimas semanas- llegó de la mano de un equipo ya acostumbrado a convivir con sus apuros. Anoche, exhibió ganas, unión, espíritu ganador. Y redondeó en su casa la actuación más convincente en el último tiempo.

Era, en definitiva, el cruce de dos colosos que buscan argumentos para rememorar algún pasaje de gloria ya atravesado en los principales torneos del continente. Tal vez se hable de los dos equipos de mayor prestigio entre los que quedan en las series de mata-mata de la Copa Sudamericana. Y resultó San Lorenzo el que dio un paso fundamental para ilusionarse con la siguiente etapa.

Los aciertos de San Lorenzo le dieron forma a un primer tiempo entretenido, abierto a cualquier posibilidad porque, hay que remarcarlo, los dos equipos jugaron con actitud ambiciosa. Pero el Ciclón fue más paciente y protagonizó las acciones de más vértigo. El primer gol, a los 18 minutos, nació de un cambio de frente de Elías Pereyra -no es casualidad, lo ensayó en el último encuentro contra Lanús- que encontró a Nicolás Reniero; el centro del atacante se desvió en Rodrigo Erramuspe y así los azulgranas abrieron el resultado.

A partir de la ventaja, el dominio de San Lorenzo creció: lejos de replegarse, apuró para aumentar la diferencia. Con un mejor control de la pelota, el equipo que conduce Claudio Biaggio se esmeró para imponerle agilidad a los ataques. En Nacional, de a poco desaparecían las intenciones ofensivas del inicio. El expeditivo Gerónimo Poblete desbarató cualquier intento -se ganó los aplausos por trabar sin miramientos-, y el prolijo manejo de Ariel Rojas y Reniero, fueron las virtudes que enseñó el Ciclón.

El oportunismo de Blandi, que aprovechó un robo de Víctor Salazar en campo rival, estiró la cifra. Con esto, San Lorenzo, compacto, redondeó sus mejores 45 minutos desde que volvió el fútbol doméstico, tras el Mundial de Rusia.

Nacional es un conjunto que se armó para dar batalla en la Copa Libertadores, pero cayó a la Sudamericana al terminar tercero, por diferencia de goles, en su grupo. El golpe lo asimiló y, con cinco triunfos en la misma cantidad de presentaciones en el torneo Clausura, es único puntero y también lidera la tabla anual. En un análisis primario, era difícil encontrarle carencias y desarreglos desde que comenzó el semestre. Pero anoche desnudó algunas limitaciones ofensivas y falta de imaginación para quebrar al rival. Las pocas veces que la pelota merodeaba el área de Navarro no lo hacía con un mensaje de real peligro.

Intentó corregir Nacional ese déficit y aplicó un manejo un poco más cuidadoso, aunque sin hallar canales de profundidad. Se envalentonó con un penal, infracción de Pereyra sobre Christian Oliva, que Gonzalo Bergessio, el goleador en 2018 de los charrúas, con 18 tantos, convirtió. El descuento empujó la remontada, que parecía tomar cuerpo.

San Lorenzo atacó menos y sobrevoló el fantasma que persigue a todos los equipos que se consumen en la irregularidad: temía quedarse vacío nuevamente. Logró aire a falta de 10 minutos, con un contraataque veloz que comandó Marco Senesi y terminó en una infantil falta de Brian Ocampo sobre Gudiño. El capitán Blandi hizo fluir la alegría de manera torrencial. El termómetro de felicidad estaba en su pico máximo.

Lo de San Lorenzo resultó un acto de resurgimiento en la fresca noche del Bajo Flores. Extrañaban los hinchas en el Nuevo Gasómetro esa efervescencia que partió desde los poblados escalones de las tribunas. Con la victoria, justa y bien trabajada, borró la mufa. Después de algunas semanas vacías y grises en fútbol y resultados, redescubrió la alegría. Y para los tiempos que corren para el Ciclón no es un simple detalle.

 

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